Bijou, model

Las piezas de Julian Opie son de una simplicidad aparente: utiliza una paleta de colores reducida, trazos negros gruesos que delinean los contornos e imágenes planas que evocan a la publicidad o a las historietas. Estas características han provocado que su obra sea fácilmente reconocible, como si fuera un logotipo. Las interpretaciones en torno a ésta varían: sus imágenes se leen como frías, distantes o deshumanizadas; incluso hay quienes las ven como herederas del universo de Roy Lichtenstein y Andy Warhol. Por su simpleza, también se les ha catalogado como minimalistas; sin embargo, su producción resulta mucho más compleja que todas estas lecturas.

La obra de Opie resulta visualmente familiar, accesible y singular. Sus retratos y dibujos bien podrían ser símbolos o señalamientos, sobre todo cuando se ubican en el espacio público y no en el contexto del museo o la galería de arte.

En 1997, Opie desarrolló un método de trabajo que sigue empleando: primero toma una fotografía que más tarde altera en la computadora y luego la convierte en carteles, dibujos, productos comerciales o pinturas. La idea, de acuerdo al artista, es tomar elementos simples y con éstos construir una imagen que alcance singularidad. Se trata de darle al espectador sólo ciertas claves e información suficiente para que complete aquello que le es presentado. En un mundo donde existe un bombardeo visual constante, Opie opta por retrabajar imágenes y que éstas inviten a ser realmente miradas.