José Clemente Orozco

Ciudad Guzmán, México, 1883 – Ciudad de México, México, 1949

Drama, 1930

Óleo sobre lienzo
50.6 X 79 cm

  • Cerrar
  • Leer Más

Drama

A diferencia de los otros dos grandes muralistas, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco no defendió una ideología específica. Obligado a huir de la Ciudad de México a los quince años y con una educación interrumpida por los conflictos revolucionarios, se mostró crítico, sarcástico y demoledor hacia actores políticos y sociales de todas las posturas. Influido por el expresionismo alemán y con una actitud abiertamente antiacadémica, plasmó la tragedia del hombre moderno causada por los ideales fallidos del progreso y los sistemas autoritarios; esto debido a que le tocó vivir un tiempo convulso en el que la economía colapsaba en América, Europa veía el incremento del fascismo y su país de origen sufría las consecuencias de una guerra civil.

Orozco fue el primero de los “tres grandes” en mudarse a Estados Unidos en busca del reconocimiento internacional y la posibilidad de comisiones para murales que en su momento disminuían considerablemente en México. Además, tenía la intención de exhibir la serie “México en la Revolución” incitado por su amiga, la crítica de arte Anita Brenner. Fue durante su segunda estancia en el país norteamericano, de 1927 a 1935, cuando desarrolló un cuerpo de obra que combinaba influencias extranjeras y un vocabulario propio para pintar los puentes, el metro, las avenidas, los barrios y a los residentes de Nueva York. Con expresiones sombrías retrató a aquellos que sufrían las consecuencias de la debacle económica de la Gran Depresión, linchamientos de afroamericanos en barrios como Harlem y escenas críticas de la alienación citadina. 

Durante su estadía en Estados Unidos, Orozco nunca dejó de pintar la Revolución y sus consecuencias; incluso continuó aumentando piezas de formato pequeño a la serie “México en la Revolución”. Su visión trágica y brutal se ejemplifica en Drama, parte de un cuerpo de obra en el que los villistas, los zapatistas y el ejército son cuestionables y es el pueblo el que sufre los embates de la violencia. A éste lo dibuja hambriento, golpeado y violado, justo como en la escena de esta pintura. Sin romanticismos ni idealizaciones nacionalistas o héroes, Orozco opta por plasmar la tragedia humana.