Lilia Carrillo

Ciudad de México, México, 1930 – 1974

Abstracto, 1960

Óleo sobre tela
60.3 X 90.4 cm

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Abstracto

La tendencia a encasillar dentro de movimientos y grupos parece una de las constantes en la historia del arte. A Lilia Carillo, tal vez por época, por su círculo afectivo y sobre todo por su estilo, se le ubicó como integrante de la llamada Generación de la Ruptura, caracterizada por romper con los cánones de la pintura nacionalista. Hablar de ruptura resulta complicado, pues realmente no hay un antes y un después entre movimientos. Ni los nacionalismos fueron dejados a un lado una vez que José Luis Cuevas escribió “La cortina de nopal”, ni la pintura abstracta, junto con los vocabularios vanguardistas, se introdujeron en México a partir de este grupo.

Si bien varios integrantes de la Ruptura tuvieron pronunciamientos sociales y políticos claros, Carrillo no manifestó una postura específica sino hasta 1968, cuando estudiantes tanto de universidades públicas como privadas iniciaron un movimiento que demandó mayores libertades políticas y civiles. La pintora se sumó a un grupo de artistas plásticos que realizaron un mural improvisado en Ciudad Universitaria, manifestando a través de este gesto su apoyo a los jóvenes. En Lilia Carrillo tampoco hubo posicionamientos de género; ella no entendía ni hacía divisiones entre femenino y masculino, lo cual se nota al analizar la forma en la que hablaba tanto de sus contemporáneos como de las artistas que admiraba.

Abstracto es un ejemplo muy representativo de su producción. Antes de 1953 sus obras se inclinaron por lo figurativo; sin embargo, se transformaron al entrar en contacto con las expresiones vanguardistas de Europa, sobre todo de Francia, país al cual se mudó durante algunos años para estudiar en la Académie de la Grande Chaumière en París. Piezas como Abstracto fueron producto de procesos largos de meditación: antes de dar cualquier tipo de brochazo, pasaba luengos periodos de tiempo pensando qué quería hacer. De manera que sus pinturas son el resultado de un lapso prolongado de reflexión, que contrasta con la rapidez de la ejecución.