Gunther Gerzso

Ciudad de México, México, 1915-2000

Rojo – Azul – Amarillo, 1966

Óleo sobre lienzo
37 X 45 cm

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Rojo – Azul – Amarillo

De ascendencia húngaro-alemana, Gunther Gerzso se destacó como diseñador de escenarios, escritor, director de teatro y cine, y posteriormente como pintor. Su trabajo en este último rubro lo ubicó a la par de otros grandes artistas de Latinoamérica, como Carlos Mérida y Rufino Tamayo, por contraponer su obra al movimiento ideológico-estético que definía al muralismo mexicano.

Su formación y sus primeros proyectos reflejan claramente su educación y exposición a obras de europeos como Henri Matisse y Pablo Picasso, así como de los mexicanos Diego Rivera y José Clemente Orozco. En las décadas de 1940 y 1950 trabajó como escenógrafo en la industria cinematográfica con directores como Luis Buñuel, Emilio “el Indio” Fernández y John Huston. A mediados de los años 40 se integró al grupo de artistas surrealistas que vivían en México, entre ellos: Leonora Carrington, Remedios Varo, Kati Horna y Wolfgang Paalen.

La obra de Gerzso se caracteriza por una profunda apreciación artística que vincula influencias tanto europeas como los nuevos formatos estéticos creados en México por aquellos años. Sus primeras pinturas tenían un carácter experimental y en ellas se identifica la influencia de su labor como escenógrafo. Posteriormente, con piezas como Rojo-Azul- Amarillo, inicia un nuevo estilo pictórico dedicado a la abstracción, una tendencia que se desarrollaba en Estados Unidos. Sin embargo, Gerzso crea una nueva poética de la abstracción al incorporar elementos precolombinos a este lenguaje internacional. Las superficies coloridas del artista aparecen como sólidas, con una intención de quedarse fijas en la memoria del espectador. Hay una manifestación de aislamiento e independencia y una intención de generar una inmersión en ese instante a través de la saturación del color. En tanto, las geometrías que desarrolla en sus composiciones establecen relaciones permanentes en el espacio. 

En el caso de Grieta, una obra ya tardía, prevalecen estas inquietudes, pero también se aprecia el deseo de aludir de forma directa a la representación  del paisaje, que es como en general se ubican sus obras. Gerzso hizo uso de la abstracción y el color para hablar de lo espiritual, el territorio y la herencia; composiciones sólidas como una suerte de paisajes del espíritu.